Adquisición
El lenguaje
aparece casi siempre tarde. Las primeras palabras pueden aparecer hacia los
tres años o incluso después. Si el niño no está muy afectado y no hay otros
casos en la familia, éste puede ser el motivo de la primera consulta.
A pesar de este
inicio tardío, la adquisición de vocabulario nuevo es relativamente rápida una
vez el niño ha comenzado a hablar; los errores son los típicos del desarrollo
normal del lenguaje, y tanto el nivel de estructuración de frases como de
adquisición de nuevas palabras se corresponden al nivel mental general del niño.
La excelente memoria auditiva a largo plazo y la elevada capacidad de imitación
favorecen este proceso.
Lenguaje
comprensivo y expresivo
Durante los
primeros años se evidencia que el nivel de comprensión de lenguaje se sitúa
bastante por encima de la capacidad de expresión, aunque a medida que aumenta
la complejidad de los enunciados, pueden surgir dificultades en la comprensión.
A menudo, estas
dificultades se relacionan más con la singular manera de captar la información
que tienen y su impulsividad en la respuesta, que con unas dificultades reales
de comprensión. No es, por tanto, un problema real de comprensión, sino que
responde a un procesamiento diferente de la información que se origina de
manera impulsiva en estos niños y que debe tenerse en cuenta para entender
ciertas respuestas. La buena memoria auditiva, unida a la captación más global
que del detalle que presentan estos niños, dificulta especialmente la
separación de los elementos relevantes de la información.
Fonética y
Fonología
Las dificultades
práxicas, o de planificación motora, se hacen muy evidentes en los primeros
años. Estos problemas, que se pueden observar en la alimentación (dificultades
para masticar o para deglutir, babeo, etc.) interfieren en la correcta
articulación de los sonidos (fonética) y requieren tratamiento específico en
muchos casos. Este tratamiento puede llegar a ser especialmente difícil a causa
de la hipersensibilidad sensorial de estos niños en la zona oral, lo que
provoca un gran rechazo al tacto en esa zona. Esta dispraxia, unida a otras
características –como ritmo desigual del habla, mal ajuste del volumen, etc.–,
dificultan a menudo la inteligibilidad del habla.
En cuanto a la
fonología, el mecanismo de procesamiento de la información de los niños con SXF
es más simultáneo que secuencial, y esto dificulta una percepción aislada de
los sonidos de la palabra. Sin embargo, su buena capacidad de imitación verbal
hace que este déficit no se manifieste tanto en el lenguaje oral como en la
escritura.
Pragmática
La
hipersensibilidad a los estímulos sociales y sensoriales parece ser responsable
de muchos de los déficits comunicativos que presentan estos niños. Para ellos
el contacto ocular resulta molesto, provocando un aumento de respuestas
vegetativas (sudoración, taquicardia...) y que en estas situaciones aumente el
lenguaje repetitivo y tangencial (es decir, una palabra o una frase les puede
llevar a recordar otro tema y saltan fácilmente de un tema a otro). Se
demuestra que los niños con SXF interpretan adecuadamente las expresiones
faciales y son sensibles a las claves emocionales que presentan sus
interlocutores. Por tanto, este mal contacto ocular puede deberse más a una
hipersensibilidad social que a un déficit en la captación de los estados del
otro.
Una de las
características de habla más frecuentemente asociada al SXF es la repetición de
palabras, frases y preguntas. Ésta se da de manera más evidente en contextos en
que el niño se siente excitado o angustiado. A pesar de consiguen un buen nivel
de vocabulario, una sintaxis adecuada y una buena articulación, a menudo
resulta difícil mantener una conversación con ellos porque en los aspectos
pragmáticos, de utilización del lenguaje, es donde presentan mayor déficit, a
causa de una disfunción frontal: les cuesta mantener un tema de conversación si
no es de su interés o, por el contrario, pueden llegar a obsesionarse con
determinados temas y resultarles difícil hablar de otra cosa. También es
difícil mantener el turno de palabra en las conversaciones con ellos: la
angustia puede hacer que no respondan cuando se les pregunta directamente, o
que hablen mientras otra persona lo está haciendo.
Los estudios
neuropsicológicos en mujeres con la mutación completa para el SXF demuestran,
como en los varones, déficit en la función de los lóbulos frontales pero con
menores dificultades y un inicio del lenguaje más temprano.
Se ha descrito caso
de mutismo selectivo. Cuando la ansiedad es muy elevada puede llegar a provocar
una ausencia o una disminución de habla en determinados contextos.
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